Es muy fácil. Tan sólo tienes que desenroscar la tapa del depósito y una vez abierto, echa la sal con la ayuda de un embudo. Puede rebosar agua, pero no es un problema ya que es normal. Antes de colocar nuevamente la tapa, revisa que no quedan restos de sal alrededor de la boca del depósito del lavavajillas.
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