Puedes utilizar un descalcificador, que es muy efectivo para esto, sobre todo para usuarios que viven en zonas con aguas de gran dureza.
Te recomendamos utilizar este producto una vez de cada 3 a 6 meses. Con la lavadora vacía, echamos todo el producto en la parte izquierda del cajetín. A continuación, selecciona un programa de 60 grados sin prelavado. Cuando finalice, vuelve a seleccionar el programa, pero en esta ocasión sin utilizar el producto para que se puedan eliminar los posibles restos. ¡Ya está lista! Y gracias a sencillos gestos como este puedes evitar reparaciones innecesarias de lavadoras.
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